Colirroja haciendo el nido bajo el alero. Basokolore 18-04-2016
Aprovechamos el cerezo que tiró la nieve el año pasado
Reparamos y limpiamos las del año anterior
Y las colocamos por ahí
Los herrerillos están metiendo material en la cajita del manzano (5 de abril 2016)
El carbonero palustre está metiendo material en la cajita del nogal frente a la cabaña (5 abril 2016)
En la cajita del cerezo el carbonero común ha metido ya la mitad de musgo (5 abril 2016)
La del Cárabo aún está vacía, pero la pusimos tarde; además, ni se os ocurra ir a ver a los pollos, si está ocupada, los padres son muy agresivos
Para agateador, un experimento,
El picapinos no necesita, es el constructor del bosque, pero ¿a ver qué pasa?
La del Colirrojo también la pusimos tarde y ya había empezado a hacer el nido en el alero de la cabaña
Están hasta tal punto atemorizadas que no salen ni a ganar.
Nuestros vecinos los cachorros de zorro van creciendo con buen tipo y pelo fino, gracias a una variada dieta donde entra un poco de todo: topillos, ratoncillos, escarabajos, peras y manzanas caídas, y alguna que otra sacrificada gallina…
Los enormes pabellones auriculares evidentemente cumplen su función
Estaba de pie, inmóvil, en la huerta frente a la casa. Sostenía una pala cruzada delante del cuerpo. Llevaba diez minutos en esta posición. Miraba al suelo, justo en donde acababa la puntera de sus botas. No se movía ni un grano de tierra. Un águila ratonera volaba en círculos hacia la montaña. Pero salvo esta, no había nada a la vista que se moviera. Las hojas de los repollos y las coliflores plantadas en la huerta estaban marchitas y amarillas. Podría haber sacado de la tierra aquellas plantas con una sola mano, con la misma facilidad con que se levanta una palmatoria dejada sobre la mesa. Habían sido separadas de sus raíces.
Cuando vio removerse el terreno, levantó la pala y golpeó con ellas el suelo, gruñendo al hincarla en la tierra. Dio un puntapié para retirar la tierra levantada. Allí estaban al descubierto los túneles y el topo culpable, muerto.
Anoche entre la hierba me llamó la atención un extraño artilugio, ¡cuidado!, parece una trampa. Es una trampa matatopos, ¿sustituirá ésta a la paciente y ancestral caza del topo rural come verduras?; y es que, estos topos impertinentes y atrevidos, se dedican ahora a destrozar la impoluta, rasurada y siempreverde moqueta de jardines de propietarios adinerados, campos de golf y demás instalaciones deportivas.
De repente, el perro se puso en alerta, agachó la cabeza y pegó la nariz a la tierra abierta. Respirando pesadamente, empezó a escarbar con las patas delanteras, esparciendo la tierra detrás de él.
¡Cázalo, Mick, cázalo! Félix se puso en cuclillas para observar al animal. Le alegró tener algo que le distrajera un momento y poder descansar la espalda, que hacía tanto rato que le dolía. El perro continuó escarbando lleno de excitación.
¿Quieres atraparlo, eh Mick?
Por fin, depositó un topo sobre la tierra.
¡Ya lo tienes! ¡No lo dejes escapar!
El perro lanzó el topo al aire. El animalillo de pelo gris, con sus quince centímetros de largo y sus ciento cincuenta gramos de peso, con sus pezuñas semejantes a unas manos minúsculas, su escasa vista y su agudizado oído, este animalillo, famoso por el tamaño de sus testículos y la extraordinaria cantidad de fluido seminal que puede llegar a producir, pareció por un instante desventurado y solo en el cielo.
¡Rápido, Mick!
De vuelta al suelo, incapaz ya de luchar, el topo empezó a chillar.
¡Cógelo!
El perro se comió el topo.
Una vez en Europa. Jon BERGER
En la carretera a las dos de la tarde me he encontrado este erizo golferas de pingo por el día. Me ha dado el tiempo justo de echarle esta foto, y apartarle de un puntapié suave de la carretera, con sandalias, aún siento el picorcillo en los dedos, al ver a lo lejos, acercarse al autobús de las dos, que afortunadamente hoy traía un pequeño retraso.